Argentina fue, es y será Católica.

  A lo largo de los siglos,y desde su nacimiento como tal, nuestra Argentina estuvo, está y estará impregnada por el perfume imperecedero de la Iglesia Católica, Apostólica y Romana.

 Hemos sido testigos de las hazañas de próceres que han recibido y manifestado las enseñanzas de Cristo haciéndolas forma de vida y teniendo por estandarte la Cruz, mientras que en la mano con la espada combatían.

Nuestra insignia mayor, la Bandera, fue pensada con los colores de María Inmaculada y por ello perseguida desde el primer momento, por los enemigos de la Patria.

Vimos a través de los años a héroes morir con los Escapularios en sus pechos y los Rosarios entre sus dedos y aún así muchos se niegan a aceptar que la sangre que riega los extensos campos de batalla es cristiana y mariana.

Argentina es católica, no por "un voto soberano", no por su gobierno (que por cierto muy alejado de la Fe está), sino porque fue  forjada bajo la celebración de la Eucaristía, porque en sus más recónditos lugares se arrodilla al menos una persona para rogar misericordia por aquellas almas impías,
 porque sus héroes defendieron la Verdad,y por ella dieron la vida,
porque Dios Padre la creó  para que fuera uno de los dominios de la Reina de la Creación, la Santísima Virgen María.